domingo, 27 de enero de 2013

Beth Chajim


Es como un extraño jardín de piedras, pensó mientras lo recorría en el frio y gris día de diciembre. Las hojas de los árboles hace muchos días que murieron y ahora se pudren entre las viejas tumbas.  En las zonas de más sombra, la humedad reverdece el musgo nacido en las tristes piedras. Ruth camina y sus pasos de goma no alteran el silencio. Sus ojos recorren precisos y expertos las dolientes escrituras hebreas cinceladas en las duras lozas sepulcrales y se dice- que vulnerables somos-. Está en el Beth Chajim
Un rato antes, se había inclinado ante la tumba del rabino Löw, dejando en una hendija del pétreo sarcófago un apretado rollito de papel. El trecho hasta la salida lo recorre lenta, y baja los escalones murmurando esta frase -- …aprisionados en esta red sonora de antes, después, ayer, mientras, ahora, derecha, izquierda, yo, tú, aquellos, otros...

 

Viejo Cementerio Judío, Praga. 30 de diciembre de 2012

Foto y texto: S. Andrada Lapenne

miércoles, 9 de enero de 2013

Cosas de Praga y de Kafka

 
Estaba mirando la fachada de la casa Oppelt, donde Kafka también vivió, cuando veo que cruza la calle una pareja oriental, vestidos de blanco, una pareja de recién casados. Entonces, hice la foto.
Praga, 4 de enero de 2013
Foto: S. Andrada Lapenne

Cosas de Praga

 
Cuando, una mañana, Gregor Samsa despertó de un sueño intranquilo, se encontró sobre la cama transformado en un insecto monstruoso. Yacía sobre su espalda, dura como un caparazón, y al levantar un poco la cabeza vio su abombado abdomen pardo, cruzado por durezas en forma de arco, sobre el cual la manta, a punto de escurrirse por completo, apenas si podía sostenerse. Sus numerosas patas, lastimosamente delgadas en comparación con el resto de su envergadura, se agitaban desvalidas ante sus ojos.
La metamorfosis, Franz Kafka
Autorretrato en una habitación del barrio de Josefov, Praga, 30 de diciembre de 2012.
S. Andrada Lapenne

martes, 8 de enero de 2013

Kafka, la Casa del Minuto y sus recuerdos.

 
En la casa “Zur Minute” (Casa del Minuto), en la plaza de la Ciudad Vieja, vivió Kafka buena parte de su infancia y primera juventud.
En las páginas 64 y 65 del libro, Franz Kafka y Praga, de Harald Salfellner, he leído un recuerdo de infancia del escritor que trata sobre una mendiga de la plaza Pequeña:
“cuando era muy pequeño, una vez me dieron una moneda de diez céntimos de corona. Yo tenía muchas ganas de dársela a una vieja mendiga que se sentaba entre las dos plazas. Pero esa cantidad me parecía exorbitante, un dinero que probablemente nadie había dado jamás a un mendigo y, por eso, me daba vergüenza ante la mendiga hacer una cosa tan inconcebible. Pero como tenía que dársela, cambié la moneda de diez, entregué a la mendiga un céntimo, di toda la vuelta al ayuntamiento y a la galería de la plaza Pequeña, regresé como nuevo benefactor  desde la izquierda, volví a dar a la mendiga un céntimo, me puse a correr otra vez y repetí esto felizmente diez veces –o tal vez algo menos, porque creo que la mendiga perdió la paciencia y desapareció. De todas formas, al final estaba tan agotado, también moralmente, que volví en seguida a casa y lloré hasta que mi madre  me volvió a dar una moneda de diez céntimos”
En la Calle del Oro, en una casita donde dicen se refugio alguna vez Kafka para escribir, había libros del escritor en varios idiomas, entre ellos el castellano y me decidí a comprarlo. Esta muy bien editado, con algunas fotos, buena encuadernación y no me costó mucho. Al llegar a estas páginas con la breve historia de la mendiga, un extraño impulso hizo que la releyera varias veces y que me pusiera a copiarla para acompañar unas fotos  que hice de la llamativa, Casa del Minuto.