domingo, 1 de enero de 2012

El bar del barrio, Dios Baco y yo

¡Un carajillo!, muy pronto se arrima otro a la barra y pide, ¡un sol y sombra! En un par de mesas hablan y comen varios hombres, los vasos están llenos de vino. Son las nueve de la mañana y yo estoy con mi café. Agarro el diario. Pero no, prefiero oír y mirar. Una dicharachera señora apura su cortado y se va. En un extremo de la barra un hombre con deleite moja pan en su plato y la jarra de cerveza esta por la mitad. Miro, escucho  y, de vez en cuando pongo mis ojos en la primera página del diario.
Se abre la puerta  y con el frío de la mañana entra un tipo grande, bien abrigado y alegre. Al verlo, el muchacho joven que atiende el bar, pone enseguida dos botellas sobre el mármol.
Las noticias no me interesan. El tipo grande y abrigado bromea con  la raya roja que rodea por el centro a la barrigona copa que ya tiene en sus manos. El líquido transparente y espeso cae con precisión hasta ese límite, es anís. La otra botella tiene en la etiqueta el numero 103, el parroquiano grande la levanta y vierte con alegría un chorro sobre el anís.



Hoy es el último día del año, me levanté temprano y me fui a tomar el café en el bar del barrio y así me surgió este relato. Baco esta siempre presente. Esta noche no faltara...

 ¡Salud y feliz año nuevo!

Texto y fotomontaje: S. Andrada Lapenne
31/12/ 2011
Gracias al gran pintor Caravaggio