jueves, 25 de abril de 2013

Dios y el Diablo


“Ante el escaparate de Casinelli rondaban dos niños, un chico de unos seis años y una niña de unos siete, vestidos a lo rico, hablaban de Dios y de los pecados. Me quedé parado  detrás de ellos. La niña, tal vez católica, decía que el único pecado de verdad es mentir a Dios. El chico, tal vez un protestante, preguntaba con infantil obstinación qué era mentir a las personas, o robar. “También es un gran pecado-- dijo la niña—pero no el más grande, solo los pecados contra Dios son los más grandes, para los pecados contra los hombres tenemos la confesión. Cuando me confieso, el ángel está enseguida otra vez detrás de mí; porque cuando cometo un pecado, se me pone detrás el Diablo, pero a ese no lo vemos”. Y cansada de esa media seriedad, se giró de broma y dijo: “Mira, no hay nadie detrás de mí”. El chico también giró hacia atrás, y allí me vio.

--Ves—dijo, sin considerar que yo seguramente lo oiría, pero sin reflexionar—detrás de mí está el Diablo—

La niña dijo:
--Yo también lo veo, pero no es ese el que yo digo”


Del diario de Kafka

Foto: S. Andrada Lapenne. Praga, enero de 2013