La vio venir atrevida, no iba vestida para visitar museos, su breve vestimenta era la declaración de una dulce guerra. Walter no es moralista, pero a primera vista le pareció impúdica, el lugar no parecía el indicado para el paseo triunfal de su cuerpo. Después del lapsus la recorrió entera con sus ojos, antes impregnados del sereno paisaje de la isla. Ahora, en el ambiente de ese lugar simbólico y cultural, ella y sus formas le impactaron. La miró de pies a cabeza, las delicadas sandalias le daban a sus andares algo etéreo, aires de diosa griega en sus pasos firmes. El pelo castaño,el trenzado africano en sus sienes, una leve sonrisa de triunfo y su piel de arriba abajo morena, morena color miel. El repaso visual sensual dio paso a la mirada mas morbosa a la que el leve atuendo invitaba y sus ojos se fueron a su sexo tapado por el triangulo floreado de un minúsculo bikini, sus medianos y redondos senos eran lo mas tapado, fue su conclusión, cuando ella después de otro paso dejo ver su culo, sus nalgas turgentes penetradas por la fina tira que solo asomaba en la base de su espalda. Paso tan cerca de él que pudo oler su piel y noto como ella en un gesto masculino se llevo la botella a la boca. En esos segundos en la mente de Walter se agitó una frase de Galeano…- tengo una mujer atravesada entre los parpados…tengo una mujer atravesada en la garganta…-
Texto: S. Andrada Lapenne
Fotografía: S. Andrada Lapenne, Lanzarote, setiembre de 2012