Ladrillos de Campo
Los Cazzuli eran gente dura, eso lo supe por boca de mi primo Roberto, que vivía muy cerca de donde los Cazzuli tenían su fabrica de ladrillos de campo. Él había trabajado para ellos cuando todavía era casi un niño. Recuerdo que un día lo acompañe para que me mostrara aquel lugar donde se levantaban las pirámides cuadradas y el aire olía a bosta y chamusquina, y donde siempre había barro. Donde unos pocos hombres, unas pesadas carretillas que recuerdo haber visto de madera, unos moldes y destreza a manos limpias, moldeaban las piezas que después de cocidas, serian las joyas que adornarían muchos de los lujosos chalets de Carrasco. Yo había ido visitar a mi primo como otras veces. Vivía en la calle Pernambuco, y un poco mas arriba estaba el campo donde se amontonaban los rojos y plateados ladrillos. Yo lo acompañe con la intención de curiosear, y si la impresión era buena, aunque yo también era casi un niño, ponerme allí a trabajar. Después de ver aquel barrial que formaban dos caballos mezclando el agua, la bosta, la tierra y algún otro ingrediente de desecho de una curtiembre, me olvidé de que en mi casa hacia falta que yo también trabajara. Aparte de las pirámides humeantes, recuerdo también un destartalado camión con un artilugio que sobresalía de la cabina, me pareció curioso, funcionaba con carbón.¡Eran duros los Cazzuli!
Después de muchos años, en el año 1995 volví a aquel lugar. Casualmente, ahora también mi hermano Nelson vivía cerca de los Cazzuli y sus ladrillos, en la calle Camino Cibils. Aquel día compre un par de botellas de vino, cargue mi cámara y me acerque para fotografiar el laborioso trabajo de unos pocos hombres. Me agradecieron el vino, hice unas pocas fotos, estaban trabajando mucho, mucho…
Texto: S. Andrada Lapenne
Fotos: S. Andrada Lapenne, Uruguay, 1995.
Te felicito por el artículo, sé lo que es trabajar en esto. Me agradó mucho. Gracias por compartir. Saludos desde San Carlos, Maldonado, Uruguay.
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