El perro da tres vueltas sobre sí mismo, se tumba, se acomoda, suspira profundamente. Las vueltas, creemos saber por qué las da. Aun cuando el suelo que pisa sea una alfombra, un cojín, una simple tabla lisa, el perro conserva grabada en los circuitos arcaicos del cerebro la necesidad silvestre de acamar la hierba y el mato antes de tumbarse, como hacían los lobos sus antepasados y los de ahora siguen haciendo. Nunca estuve tan cerca de un lobo como para ver si también ellos suspiran cuando se echan. Tal vez sí. Sin embargo, prefiero pensar que el suspiro de los perros les viene del hábito, durante siglos y siglos, de oír suspirar a los humanos…
(Cuadernos de Lanzarote, 2) José Saramago
Foto: S. Andrada Lapenne.
Homer me acompaña desde hace unos meses, pero tiene mas de ocho años, el tiempo que lleva en nuestra familia. Es un buen compañero.
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