Dedicado a mi abnegada, sacrificada y querida madre, a mis hijas, tesoros que me dio la vida. A las mujeres de aquí y de allá. Las que conocí y me conocieron, las que quise y me quisieron. A las que me hubiera gustado conocer. A las que no supe comprender. A las que trabajan y a las que no trabajan. A las que les gusta cocinar y a las que les gusta que les cocinen. A mi vecina. A la que en el bar me sirve el café con una sonrisa. A la belleza del telediario. A las que visten tacones, a las que van con zapatillas. Por la que me siento vivir...
Sergio Andrada Lapenne
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