jueves, 11 de julio de 2013

Muertos con salud de piedra


Explica Manuel Vázquez Montalbán en su libro Moscú de la Revolución, que Kruschev tuvo una discusión con el artista Ernst Neizvenstny sobre arte moderno. Se cuenta que el poderoso Nikita Kruschev visitaba una exposición de arte organizada por Neizvenstny y se mofó de la pintura abstracta como si fuera una triquiñuela del espíritu al alcance de los lápices de colores de cualquier niño. “Es una mierda” dijo Nikita textualmente. Muy dignamente, Neizvenstny le dijo que se metiera en sus cosas y no opinara sobre lo que no entendía. Parece ser que Kruschev aprendió la lección, busco la amistad del artista y dispuso que fuera el escultor de su mausoleo.

Animado por el libro de Montalbán, decidí que estando en Moscú teníamos que visitar el cementerio de Novodevichi. Una mañana, Mónica y yo nos fuimos allí. Era una cálida y soleada mañana primaveral, y los rojos muros del cementerio contrastaban con el verde intenso de la vegetación y los árboles. El amplio espacio, las anchas calles interiores y el agradable día alejaron la idea de que el paseo sería lúgubre.

Pero la visita de la necrópolis de Novodevichi puede ser incluso pintoresca si la mirada del viandante se fija en una serie de detalles tiernos ligados al culto de los muertos, dice Montalbán.

Yo había hecho una breve lista de nombres, ya que fui con la intención de fotografiar las tumbas de Maiakovski, Chéjov, de Kolontai “La burguesa desclasada” o “Terrible bolchevique”, como la define el escritor barcelonés, etc…

Al entrar nos dirigimos a la zona donde estaban los primeros personajes de mi lista. No había contado con la escritura en cirílico y nos tuvimos que guiar por la intuición para encontrar las sepulturas, no es lo mismo  Antón Pávlovich Chéjov que Антон Павлович Чехов, ni Vladímir Vladímirovich Mayakovski que Владимир Владимирович Маяковский. Una señora muy vieja que removía la tierra y arreglaba las flores en una humilde tumba nos acompañó hasta el lugar del descanso eterno del escritor ruso. Dicen que Chéjov es el primer personaje ilustre enterrado en Novodevichi. En otro libro, Autobiografia de Moscú, de Tatiana Pigariova, lei que Antón Chéjov murió en Alemania y fue trasladado a Rusia en un vagon-frigorifico con la inscripción “ostras” y fue enterrado en Novodevichi en el Jardín de los Cerezos. Según Tatiana Pigariova el monumento funerario de Chéjov es uno de los más bellos del cementerio, es una pequeña capilla modernista. En primavera, con los cerezos en flor, esta zona del cementerio parece el decorado de una obra todavía por escribir.

Aunque Moscú todavía estaba en primavera ya era tarde para ver el cementerio alegrado por las flores de los cerezos y los petalos blancos y rosados, mustios sobre la tumba del escritor. Pero en lo que a mí me pareció una bella y sencilla sepultura alguien había dejado dos libros que estaban entreabiertos y húmedos sobre el mármol blanco. Este hecho me emocionó. Muy cerca de Chéjov también reposa Nikolai Gógol.

Identifique la sepultura de Maiakovski, inconfundible como describe Montalbán, ayudado por las fotos que yo había visto del poeta, y curioseando muy cerca me sorprendió encontrar en un bloque de granito la media silueta gravada en relieve de otro revolucionario, el de Así se Templó el Acero, Nikolai Ostrovski, y otros objetos a los pies de la misma me lo confirmaron.

Maiakovski sigue siendo en el cementerio el mito-símbolo que fue en vida. Su tumba es la más floreada y los jóvenes pioneros cuando la visitan dejan uno de sus pañuelos rojos en torno del cuello de piedra sobre el que se levanta el cabezón mayestático del poeta más emblemático de la revolución, dice Montalbán en su libro. Y sigue: El proyectista de aviones Tupolev tiene como principal motivo monumental un avión, a un general tanquista le han puesto un tanque casi de juguete, un avezado marino dispone de un barquito en su estela funeraria y el ministro de comunicaciones incluso en su tumba está hablando por teléfono. En un rincón de este precioso espacio para las ruinas de la memoria y el deseo de tantos rusos importantes, hay un territorio español, donde reposan comunistas españoles muertos en Moscú como Atienza o Morato o el argentino Codovilla, uno de los internacionalistas que ayudaron a la formación del PCE.

Hice muchas fotos y tal como merecía el tema, utilice mi vieja cámara soviética Zenit XP12 y rollo Fujicolor de 200 ASA o ISO.  

 
Antón Chéjov
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Vladimir Maiakovski
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Mstislav L. Rostropovich
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Nikolái Ostrovski
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Andréi N. Tupolev
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Aleksandra M. Kollontai
 
 
 
 
 
 
Pavel S. Rybalko
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Nadezhda S. Alliluyeva, esposa de Stalin
 
 
 
 
 
 
 
Nikita Kruschev
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Texto y fotografías: Sergio Andrada Lapenne, Moscú, 2013
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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