jueves, 15 de julio de 2010

Villefranche-sur-Mer








Cuando salimos a cubierta, el barco ya había fondeado en la ensenada de Villefranche-sur-Mer. La visión del paisaje nos lleno de una sensación agradable. Salimos por la barriga del barco a una de las lanchas que iban y venían llevando pasajeros al pequeño puerto. Eran las once de la mañana y este lugar de la Costa azul nos recibía con un brillante día de sol. Las casas abigarradas y encaramadas a la montaña daban su toque de color. Pocos metros después de pisar tierra estábamos en una plaza donde había algunos puestos de artesanías rodeando una fuente. Enfrente teníamos una hilera de bares y restaurantes. Antes me había fijado en unos carteles indicadores que señalaban puntos de interés del lugar. Muy próxima estaba la Chapelle Saint Pierre, y más arriba La Rue Obscure. Fuimos hasta esa calle cubierta del siglo XIV, pero después de todo mi empeño, no pude ver ni recorrer sus accidentados 130 metros. Mónica lo hizo y registró en su cámara lo que querían mis ojos. Nos detuvimos a tomar unas cervezas, para después dirigirnos a una zona de antiguas murallas. Allí le hice a Mónica las típicas fotos de recuerdo y bajamos la empinada calle que nos llevo otra vez a la plaza.
Sentados en un bar, choque mi copa de vino blanco con la copa de Mónica y nos pusimos a mirar a la gente pasear. En el horizonte nos esperaba el Ocean Pearl.
En este lugar se rodó la película de James Bond, “Nunca digas nunca jamás”.

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